Aunque la fotoprotección
es indispensable, algunos alimentos ayudan a proteger la piel de los efectos
perjudiciales de la radiación solar.
![]() |
Las tradicionales tendencias de la moda y la aparición de campañas de
publicidad que nos muestran cuerpos morenos en una playa, son la mejor
combinación para cometer el grave error de sobreexponernos a los peligros de
la radiación solar
sin la protección adecuada. La Sociedad Española de Oncología Médica advierte que
estamos asistiendo a un crecimiento exponencial de melanomas, asociados a la
exposición al sol.
Sin embargo, los rayos del sol también tienen una cara amable, porque incrementan
los niveles de vitamina A y D, contribuyen a la formación de los huesos y
dientes, además de estimular el sistema inmunológico, prevenir la depresión,
incluso favorecer la vida sexual y, por supuesto, dar un aspecto más bello a la
piel.
La radiación ultravioleta del sol es responsable de muchas de las lesiones
cutáneas, así como de su envejecimiento prematuro. Se deben minimizar estos efectos
no deseados con el uso de cremas solares con los distintos grados de protección
UV e infrarroja. La alimentación puede reforzar esa fotoprotección. Para
empezar, con la exposición al sol y subida de la temperatura debemos
incrementar la hidratación. De esta forma la piel estará mejor preparada para
recibir los rayos del sol.
El organismo genera melanina para proteger a la piel de las radiaciones
solares, momento en el que entran en juego el bronceado y las provitaminas. Una
de estas provitaminas es el betacaroteno (la sustancia que da el color rojo a
los tomates o el naranja a las zanahorias) que es transformada en vitamina A. El
betacaroteno tiene además propiedades antioxidantes que ayudan a eliminar
radicales libres y previenen así el envejecimiento celular.
Afortunadamente el verano ofrece muchas posibilidades de encontrar
alimentos frescos ricos en betacarotenos, presentes en las frutas y verduras
de color rojo, naranja o amarillo. El principal, el tomate, que podemos
tomar en muy variadas formas, aunque si lo que queremos es potenciar la acción
de los licopenos, un caroteno rojo, es preferible ingerirlos en formas de
salsas, mejor caseras.
Frutas y verduras
Los meses de verano son el mejor momento para el consumo de frutas y
verduras de temporada. Espinacas, zanahorias, calabaza, pimientos,
melocotones, albaricoques, piña, sandía, fresas, moras o cerezas. Sin olvidar
que también es adecuado frenar los radicales libres, debemos incluir vitamina C
y vitamina E, presentes en kiwis, brócoli, lechuga, perejil, aguacate y frutos
secos.
Llegado a este punto seguro que ya habrás supuesto que la mejor combinación
de alimentos que ayudan a broncear la piel es el típico y tradicional gazpacho, que incluso para que resulte más
refrescante se pueden añadir algunas de las frutas rojas que aportarán un toque
especial.
Una alimentación adecuada también nos servirá para que el bronceado
adquirido durante el verano se pueda prolongar durante los meses de otoño,
con menos sol. Para ello será necesario incrementar la ingesta de alimentos
con alto contenido en vitamina C, que además de estar también presente en los
vegetales de color rojo ya citados, la encontramos en los de color verde, como
los cítricos, y otros como la leche y otros lácteos, la carne de pato o el
hígado de ternera, entre otros.
Vitaminas y minerales
Muy importante es el caso de las vitaminas E y B, porque la primera
nos protege de las agresiones de los rayos solares, el humo y la contaminación
en general y la segunda favorece el metabolismo y que los nutrientes que
necesitamos, en este caso para nuestro propósito del bronceado, se asimilen
adecuadamente. La vitamina B la encontraremos en los frutos secos y los
cereales, en el aguacate, en algunas carnes, en especial en hígado y
vísceras, pescados y huevos. Hay que tener en cuenta que la vitamina B es
hidrosoluble, por lo que se pierde en los hervidos de verdura.
En el buen tono de la piel también intervienen los minerales, como
el selenio, el azufre, el cinc, el magnesio y el manganeso. El selenio se
encuentra en los frutos secos (las nueces de Brasil son las que más tienen),
los ajos, las hojas de ortiga, los pepinos o los mejillones. En general, al
resto de minerales podemos llegar a ellos a través de los mariscos, yema de
huevo, legumbres, espárragos, aguacates, cebollas, frutos secos y los derivados
de leche.
Los más pequeños
Por último, una recomendación especial destinada a los más sensibles a los
peligros del sol, los niños, sobre todo a los más pequeños que aún no pueden
alimentarse con algunos de los ingredientes citados. A ellos debemos
protegerlos de
la forma más eficiente posible, recordando que una simple camiseta blanca no es
suficiente para una protección eficiente. Incluso tener en cuenta que
algunas de las prendas que se venden como «de protección solar» pueden perder
sus cualidades tras pocos lavados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario